Estos días han sido excitantes, cargados de aventuras y encuentros... Yendo desde un barrio Miraflorino de Lima, Perú; a recorrer Paris de punta a punta (llegando a conocer los alrededores de la École Militaire como la palma de mi mano)... Sorprendiéndome con un Japón almidonado, sobrio y bien puesto... Y gozando el mapa mundi que se pasea por Lavapiés cualquier tarde, vistiendo de colores la eterna "marcha" madrileña... Y me he enamorado ("como becerro"), he reido (a carcajadas más de una vez), se me han llenado los ojos de recuerdos (también de una que otra lagrimita), y de maripositas la panza... Me he sentido Ricardito (el "niño bueno"), todo este rato... Así me ha parecido leer "Travesuras de la niña Mala", solo un ratito... Mágico, intenso, hipnotizador, impredecible, seductor... Que me he disfrutado CON GANAS...
Vargas Llosa me tiene rendida a sus pies... Agradecida por lo leído/vivido... No faltó, ni sobró ninguna letra... Es un MAGO DE LA PALABRA...
Debe tener razón Rosa Montero, cuando dice "A veces sucede. En ocasiones sientes que la vida te pasa por la punta de los dedos, mientras escribes. Eso es lo que intentas cuando haces un artículo: rozar la sustancia de lo que somos, ver con tus propios ojos que la Tierra es redonda. Aprender, ser más sabia, vivir. Las palabras se ordenan, y a veces son bellas. Y en esa belleza está la desnudez de las cosas, la sombra que da volumen a nuestra realidad, la medida secreta de un mundo terrible y maravilloso que es demasiado grande para nosotros"...
Sí... Eso debió pasar con Don Vargas Llosa... Porque mientras lo leía, yo ví mi Tierra... Redonda y grande... Muuuuuuuy GRANDE...
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