Perdiendo (¿O recuperando?) la memoria…

“Casi todo se olvida en la vida y todo se recuerda en la muerte, o en el estado
de la crueldad en que consiste ser un fantasma. Pero en la vida olvidé y
volví a verlo un día y otro, de ese modo en que todo se aplaza indefinidamente
para dentro de poco y siempre creemos que sigue habiendo un mañana en el que
será posible detener lo que hoy y ayer pasa y transcurre y fluye, lo que
insensiblemente se va convirtiendo en otra rutina que a su modo también nivela
nuestros días y nuestras noches hasta que éstos acaban por no poder concebirse
sin ninguno de los elementos instalados en ellos, y las noches y días han de ser
idénticos en lo esencial al menos, para que no haya renuncia, ni sacrificio,
quién los quiere y quién los soporta”…

Hoy voy a intentarlo de nuevo porque sí… Hoy quiero creer (que mientras dure) será eterno… Y reescribo la misma historia, con un olor y sabor diferente (que parecen ser únicos e insustituibles) que me devuelven la vida o quizás me aniquilen… Entendiendo hasta los tuétanos, que es mortal TODO cuanto corre por mis venas, mientras disfruto la incoherencia total y rotunda de no ser más que un fantasma (masoquista y sádico) que se pierde entre calles sin memoria (que no recuerdan tu nombre, mientras repiten sin cesar el suyo, que ahora, es NUESTRO)…

“Allí donde el tiempo transcurre y fluye, ya ha pasado mucho tiempo, tanto que
no queda nadie de quienes conocí o traté, o padecí o quise. Cada uno de
ellos, supongo, volverá sin ser percibido a ese espacio en el que se acumulan
olvidados los tiempos y no verá allí más que a extraños, hombres y mujeres
nuevos que creen, como los niños, que el mundo empezó con su nacimiento y para
los que no tiene ningún sentido preguntarse por nuestra existencia pasada
y barrida”. Cuando fui mortal, Javier Marías.

PD. Escrito el sábado 25 de noviembre 2007, entrada ya la madrugada (como si oliera a efimeridad por adelantado)...